En siglos anteriores al presente,
los calendarios mexicanos fueron una piedra solar o unos cuadernillos impresos
compuestos por pronósticos, efemérides, caricaturas y entretenimiento literario.
En el siglo XX, época obsesionada con el progreso tecnológico y material, los
calendaros se convirtieron en recurso de la publicidad moderna para promover
marcas y productos: junto a la cuenta de los meses y días, resplandeció el
adorno de los cromos, estampas impresas con técnicas derivados de la cromolitografía
que a lo largo de un año colgaban de paredes de casas y oficinas.
Con el paso de los años, este
popular medio propagandístico se transformo en una corriente subalterna de las
artes pictóricas y gráficas mexicanas. Entre los años 20 y 70 de este siglo,
cientos de autores y decenas de imprentas se conjugaron para producir las
millones de coloridas reproducciones que, regaladas por cortesía de los grandes
y pequeños comercios, integraron una suerte de museo ambulante y una entrañable
galería del hogar. Por todos los rincones de México circularon las
reproducciones impresas de pinturas originales hechas por encargo, en las que
la inspiración artística estaba subordinada a las exigencias publicitarias. A
través de estos impresos, sin embargo, no sólo se vendieron cigarros, cervezas,
neumáticos, tequilas o electrodomésticos; también se difundió el sueño de un
México arcádico e idealizado, la fantasiosa ilustración de sus mitos, leyendas
y deseos.
Herederos del arte costumbrista
del siglo pasado, aliados del nacionalismo cultural que desato la Revolución y
del cine de la Época de Oro, los cromos calendáricos contienen un amplio
catalogo de los juegos y representaciones de los mexicanos del siglo XX
realizamos en torno a nuestra identidad nacional. Son asimismo, un testimonio
de nuestros hábitos, poses, novedades y consumos.
A continuación presento algunas
de las pinturas, impresos y fotografías que sacaron del anonimato la obra de
autores que han acompañado la intimidad de varias generaciones de mexicanos. Un
viaje retrospectivo por la patria dulce y portátil de los cromos.
Del libro:
La leyenda de los cromos: El arte
de los calendaros mexicanos del siglo XX en Galas de México.
Museo Soumaya
México, 2000.
Antonio Gómez, sin titulo
Aurora Gil, sin titulo
Aurora Gil, sin titulo
Eduardo Cataño, sin titulo
Jesús de la Helguera, Grandeza azteca, 1961
Jesús de la Helguera, Hidalgo
Jesús de la Helguera. Unidad, previsión, trabajo harán la grandeza de México. 1943
Torres Palomar
Jesús de la Helguera, Oh Patria mía, 1963
Anónimo, sin títulos
En la escuela de diseño Magdalena Sofía Barat se estudian los cromos como parte de la historia del diseño gráfico mexicano.
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Me parecio interesante & me agrado mucho !!! :)
ResponderBorrarEs muy interesante conocer acerca de este tema ya que nos da una idea de lo que un diseñador gráfico es capaz de hacer con las bases adecuadas y su imaginación.
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